Sigue dos o tres kilómetros, con los rebaños de ovejas como única compañía, hasta distinguir a lo lejos un muro de ladrillo de un par de metros de altura coronado por cascotes de vidrio, para que a nadie se le ocurra descubrir los secretos ocultos del otro lado. Al principio se realizaba con el mismo tejido que el vestido o falda, aunque posteriormente se confeccionaron de cuero, piel, plástico, metal y otros materiales.