Es de una lentitud desesperante. Los diseñadores se codeaban con la alta sociedad y se inició la costumbre de que regalasen sus vestidos a celebridades para que las luciesen en eventos sociales, lo que les proporcionaba una publicidad encubierta. En esta década la alta costura vivió una cierta regeneración, gracias al trabajo de diseñadores como Emanuel Ungaro, Karl Lagerfeld y Christian Lacroix.